Luna

La Luna

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Simbolo Astrologico Luna 300x300 1 | La Luna | Astrología

La Luna es el único satélite natural de la Tierra. Con un diámetro ecuatorial de 3474 km, es el quinto satélite más grande del Sistema Solar, mientras que en cuanto al tamaño proporcional respecto a su planeta es el satélite más grande: un cuarto del diámetro de la Tierra y 1/81 de su masa. Después de Ío, es además el segundo satélite más denso. Se encuentra en relación síncrona con la Tierra, siempre mostrando la misma cara hacia el planeta. El hemisferio visible está marcado con oscuros mares lunares de origen volcánico entre las brillantes montañas antiguas y los destacados astroblemas.

A pesar de ser en apariencia el objeto más brillante en el cielo después del Sol, su superficie es en realidad muy oscura, con una reflexión similar a la del carbón. Su prominencia en el cielo y su ciclo regular de fases han hecho de la Luna un objeto con importante influencia cultural desde la antigüedad tanto en el lenguaje, como en el calendario, el arte o la mitología. La influencia gravitatoria de la Luna produce las mareas y el aumento de la duración del día. La distancia orbital de la Luna, cerca de treinta veces el diámetro de la Tierra, hace que se vea en el cielo con el mismo tamaño que el Sol y permite que la Luna cubra exactamente al Sol en los eclipses solares totales.

Todas las antiguas civilizaciones se preguntaron el porqué del Universo y hacia dónde se dirige. Y la Humanidad quedó particularmente hechizada por ese misterioso astro compañero de la noche. Nuestra forma de civilización actual tampoco puede escapar a este fenómeno. Hoy día resulta nostálgico leer el premonitorio relato Viaje a la Luna del escritor francés Julio Verne. Porque, aunque la ciencia actual cree conocer prácticamente todo acerca de ella, en su error de parcelar las áreas del conocimiento ha olvidado la maravillosa experiencia de interpretar su significado. Y por muchos artefactos que lance hacia su superficie, sigue evitando ponderar toda interpretación antigua sobre ella, lo que le aparta definitivamente de toda visión de conjunto.

En la Astrología

Dignidades y debilidades:
Domicilio: Cáncer
Exaltación: Tauro
Exilio: Capricornio
Caída: Escorpio

Polaridad: Femenino

Para la Astrologíala Luna es un planeta receptivo y pasivo. Refleja la experiencia de la vida y ejerce una gran influencia en las mareas y las emociones humanas. … Es el planeta de los hábitos arraigados y de las reacciones instintivas, de los sentimientos y emociones. Cómo reaccionamos según nuestra predisposición subconsciente.

La Luna, junto con el Sol y el Ascendente, es uno de los elementos más importantes de la carta natal. Representa las emociones, los sentimientos, las reacciones afectivas.

La Luna es también el símbolo de la mujer, de la feminidad, de la madre, del hogar y de la familia. En la carta natal de una mujer es, junto a Venus, parte de su identidad femenina. Indica su actitud ante la maternidad y su relación con los hijos en caso de que los tuviera.

La influencia lunar cobra mayor importancia durante los primeros años de vida y pasado este tiempo será el Sol quien pase a tener más influencia sobre el individuo. Continuará representando al “niño que llevamos dentro” a lo largo de nuestras vidas, y su posición en la carta natal puede indicar el tipo de experiencias que tuvieron lugar en la infancia.

El signo en que se encuentra la Luna en la carta natal indica la reacción instintiva a los estímulos externos, la forma de expresar los sentimientos, las cosas que nos proporcionan estabilidad emocional y nuestra imagen de la figura materna.

La casa que ocupa la Luna revela dónde somos más sensibles y en qué áreas de la vida nos sentimos más seguros.

Los planetas que formen aspectos con la Luna en la carta natal afectarán a la naturaleza emocional de la persona y a su forma de expresar sus sentimientos.

En la carta astral de un país, la Luna representa el pueblo.

Correspondencias

Día de la Semana: Lunes.
Número: 2
Metales: Plata, aluminio.
Mineral: No tiene ninguno.
Vitamina: No tiene ninguna.
Nota músical: Fa.
Cristales: Adularia, Selenita, Perlas.
Colores: Blanco, crema, plateado.
Fisiología: Pechos, pezones, canal digestivo, jugos digestivos y sistema linfático, glándulas, sistema nervioso; alteración emocional.
Obstáculos procedentes de vidas pasadas cuando está mal aspectada: Exceso emocional y asuntos relacionados con la maternidad.
Asociaciones: Madre, ancestros, emoción, renacimiento, ciclos, mareas, baños, obstetricia.
Profesiones: Marinero, navegante, viajero, pescador, pescatero, cervecero, tabernero, lechero, molinero, barquero, oficial de la marina, comadrona, enfermera.
Árboles: Sauce; árboles ricos en savia.
Plantas: Hojas pálidas; raíces gruesas, firmes, suculentas y superficiales; flores de color verde botella, amarillo pálido o blanco verdoso; plantas con olor desagradable o un gusto dulce o acuoso; álsine; presera; sauce blanco.
Alimentos: Col, berro, calabacín, lechuga, melón, calabaza, crustáceos.
Virtud: Caridad.
Vicio: Envidia.
Lugares: Los mares, lagos, fuentes, puertos de mar, ríos, estanques de peces, muelles deportivos y comerciales, manantiales, desagües, lecherías.

Mitología

Diana Selene | La Luna | Astrología

Diana para los romanos o Artemisa para los griegos, era la hija de Latona y la hermana de Apolo, siendo la reina de la caza. En la antigüedad se le llamaba Selene. Se entregaba a este ejercicio marcial de forma que pronto se volvió insensible a las delicadas inclinaciones que seguían todas las mujeres. Ninguno de los pretendientes que intentaron conseguir su amor pudieron lograrlo, y por eso se le otorgó a Diana el sobrenombre de casta.

La historia de Endimión no contradice en ningún punto este hecho. Endimión, pastor de Caria, había obtenido de Júpiter el privilegio de no envejecer jamás y conservar hasta el fin de sus días la lozanía y frescura juveniles. Una noche que Diana vio al pastor dormido sobre el monte Latmos a la claridad de la luna, quedó tan prendada de su belleza, que durante un largo rato recreó en él su mirada.

Esto es lo que la fábula cuenta. La verdad es que Endimión, que era un sabio astrónomo de la Caria, pasaba las noches en la cima de las montañas, entregado a la observación y el cálculo de la marcha de los astros. La Luna, o sea, Diana, iluminaba sus prolongadas vigilias durante las cuales, agotado ya por el trabajo, se rendía algunas veces en brazos del sueño.

Por esto se decía que Endimión nunca envejecía jamás, resultando ser verdad en ese dicho que reza que genio y ciencia pueden hacer al hombre inmortal.

Pero esta misma diosa, acostumbrada como estaba a dar caza a los más feroces animales empapando muchas veces la tierra con su sangre, tenía por esta misma razón, un carácter salvaje y se entregaba sin escrúpulo a cualquier acto inhumano, de lo cual es un ejemplo palpable la muerte de Acteón.

Acteón, hijo de Aristeo y Autonoe, no tenía otra afición que la caza. Un día, después de haber matado innumerables animales salvajes sobre el monte Citerón y cuando el Sol era más ardiente, reunió a sus compañeros que aun se entregaban con ardor a su diversión favorita:

“Alegraos de vuestra jornada –les dijo– recoged vuestras tiendas y no os fatiguéis ya más”.

Todos obedecieron y se entregaron al descanso. Allí cerca se extendía el valle de Gargafia, consagrado a Diana. Era un paraje lleno de encantos, sombreado de pinos y cipreses bajo cuyas ramas corría el agua fresca y límpida entre dos riberas esmalteadas de flores.

Allí Diana, que estaba cansada de sus largas correrías, acababa de llegar con las ninfas que formaban su séquito con el propósito de bañarse. Acteón, que vagaba por el bosque sin rumbo fijo, tuvo la desgracia de penetrar en este vallecito y acercarse al mismo riachuelo.

Las ninfas, al advertir el ruido y viendo que el ramaje se estremecía, lanzaron un grito de espanto. Diana se indignó contra el cazador temerario y recogiendo el agua de la corriente en el hueco de su mano, se la echó en la cara.

En aquel momento, de su cabeza empezaron a aparecer cuernos arborescentes, su cuello se prolongó, sus brazos se convirtieron en piernas largas y delgadas y todo su cuerpo quedó cubierto de pelo jaspeado, quedando convertido en ciervo.

Sus perros al descubrirle, le acometieron y él quiso gritarles: “¡Yo soy Acteón, reconoced a vuestro amo Acteón!”, pero su garganta no pudo proferirles ninguna palabra o articular sonido alguno, muriendo destrozado por los mismos perros que había amaestrado y alimentado y que poco antes saltaban de alegría a su alrededor prodigándole las más tiernas pruebas de cariño.

Los habitantes de la Tauridia (llamada actualmente Crimea), que veneraban a Diana como divinidad predilecta, cuidaban de complacerla degollando sobre sus altares a todos los extranjeros que alguna tempestad arrojaba a sus costas.

Esta diosa tenía en Ariccia un templo servido por un sacerdote que podía solamente obtener este cargo dando muerte a su predecesor, siendo este templo levantado y consagrado a Diana por Hipólito, hijo de Teseo, después que Esculapio le hizo resucitar y Diana le transportó a Italia. Los lacedemonios le ofrecían todos los años víctimas humanas hasta que vino el sabio Licurgo, quien sustituyó esta horrible costumbre por la flagelación.

En la tierra esta diosa recibía los nombres de Diana o Delia, que significa “nacida en la isla de Dlos”, en el cielo se le daba el nombre de Luna o Febe, y el de Hécate o Proserpina en los infiernos. De aquí que Diana fuese denominada diosa triple, triple Hécate, diosa de tres formas (triforme), nombres que algunas veces hallamos en los poetas. También se le ofrecían sacrificios en las plazas o lugares en que convergían tres caminos.

Diana se representa armada de un carcaj y un arco acompañada de una jauría, y también se le atribuyen la lanza y una antorcha; sus piernas y sus pies aparecen desnudos o calzados con sandalias. Es fácil reconocerla por la media luna que ostenta en la frente o por el traje de cazadora. Aventajaba en estatura a todas las ninfas de su corte.

En algunas obras de arte ha sido representada en compañía de una cierva, animal que le está especialmente consagrado, aparte de los perros, el oso y el jabalí. En un principio también se la representaba por medio de un tronco de árbol y luego con una larga estola hasta los pies en las esculturas de Herculano.


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