Que Es La Qabalah

¿Qué es la Qabalah?

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La portada da una respuesta a esto. Es de un diagrama encontrado al comienzo del Cuarto Evangelio de San Juan en un Nuevo Testamento Siríaco impreso en Viena en 1555.

C601c2956f634252c9de5bcb729f848b | ¿qué Es La Qabalah? | Teosofía

Detrás de San Juan hay un esquema del ARBOL DE LA VIDA (el diagrama que contiene y comprende todo el complejo de enseñanzas de la Qábalah), encerrado dentro de una gran Vesica Piscis. Desde las esferas individuales del Arbol corren lineas de atribución a la figura de Nuestro Señor.

  • La esfera inferior, que representa al Mundo Material, está ocupada por la Copa del Grial en el Creciente Lunar.
  • La siguiente de arriba, que representa la fuerza detrás de y sosteniendo a el mundo físico, contiene a Atlas.
  • Cerca aparecen los dos pilares que significan la dualidad de la existencia manifiesta. Horizontalmente, sobre las cuatro esferas inferiores, yace el Patriarca Jacob, con su Escala de la Visión, pasando hacia arriba, a través de la esfera del Sol, hacia las esferas superiores.
  • Allí, las esferas que representan Severidad y Misericordia muestran a Abraham, preparado para sacrificar incluso a su propio hijo bajo mandato Divino, e Isaac, el sacrificio perdonado.
  • En las esferas Supernas está El Ojo Que Todo Lo Ve, que entiende todas las cosas y recibe la Luz, manteniendo la vigilancia de la Gran Madre sobre toda la creación; el Cuerno de la Abundancia, virtiendo los dones de Dios, así como el Cuerno del Heraldo Divino que proclama la Sabiduría de la Palabra

Y rematándolo todo, la Diadema del Ser Supremo unida a la Corona de Espinas con el texto Latino:

«Tú que, con Tus Manos extendidas sobre la Cruz,
has atraído todas las Edades hacia Tí.»

Debajo del Arbol de la Vida está el Candelabro de Siete Brazos, y el Cinturón del Zodíaco que circunda al Universo estrellado guardado por dos querubines. Encima está el Círculo del Supremo dividido en el Blanco y el Negro duales del Positivo y el Negativo Cósmicos, de donde todas las cosas proceden.

La Qábalah es la piedra angular de la Tradición Occidental de Misterios, y muchas partes del Antiguo Testamento son incomprensibles sin recurrir a ella.»

Los usos de la Qabalah

«Si queremos conocer la naturaleza  interna  del hombre por su naturaleza externa; si queremos entender su cielo interior por su aspecto exterior; si queremos conocer la naturaleza interna de árboles, hierbas, raíces, piedras, por su aspecto exterior, debemos perseguir nuestra exploración de la naturaleza sobre el fundamento de la Qábala. Porque la Qábala abre el acceso a lo oculto, a los misterios; nos capacita para leer libros y epístolas sellados, así como la naturaleza interna de los hombres».

Philippus Aureolus Theophrastus Bombastus von Hohenheim,
llamado Paracelso

Como sistema teosófico, la Qábalah y su diagrama básico, el Árbol de la Vida, trabajan. El único propósito de estas páginas es poner al lector en posición de intentarlo por sí mismo, y hacer después su propio juicio a partir de su propia experiencia. Es por lo tanto una guía práctica, así como un tratado teórico. Se halla dirigido a aquellos que buscan una investigación psíquica y una aventura espiritual, más que a los que buscan meramente una adquisición de conocimiento.

Pero a fin de prevenir cualquier malentendido inicial, será conveniente examinar la afirmación de Paracelso con mayor detalle.

  • Su primera afirmación es que por medio de la Qábalah podemos conocer la naturaleza interna del hombre por medio de su naturaleza externa, y entender su cielo interior por su aspecto exterior.
  • Continúa luego incluyendo al mundo externo de árboles, hierbas, raíces, piedras y naturaleza en general.

De todo esto podemos colegir el concepto básico de que hay una realidad interna,  o esencia de las cosas, aparte de su apariencia externa, y más aún, que la naturaleza de las interna puede ser deducida a partir de la externa.

Este no es en absoluto un concepto excepcional; se halla completamente en línea con toda filosofía idealista. Incluye sin embargo los refinamientos de las escuelas herméticas de que Dios hizo al hombre a Su propia imagen, de modo que el examen del hombre puede conducir al conocimiento de Dios. Y así como Dios creó a la Naturaleza, así ella, al mismo tiempo, oculta y revela a Dios.

De este modo, toda manifestación en el mundo material es un efecto de causas que operan desde un plano superior, y estas causas pueden ser deducidas a partir de los efectos producidos, hasta retrotraernos a la Causa Primaria, Dios Mismo. Esto se halla de acuerdo con el axioma Hermético:

«Como es arriba es abajo».

Es obvio que dentro del hombre el nivel de causación es superior al mundo material, salvo que uno considere al hombre como un autómata. Por ejemplo, las acciones de un hombre están regidas por sus decisiones mentales o direcciones emocionales. Puede decirse que sus decisiones y direcciones son a su vez un efecto del ambiente, y esto desde luego es verdad, porque todos los que viven en el mundo material se hallan afectados por él —aunque unos más que otros. La gran mayoría de la humanidad está regida por circunstancias externas, pero el hombre superior es aquel que trabaja su propia dirección, y entonces cambia su ambiente, o su reacción ante él, acordemente. El es un maestro de su destino.

Del mismo modo, las múltiples formas de la Naturaleza pueden ser concebidas como diversos experimentos en lo que ha sido llamado el Gran Laboratorio de la vida. La hipótesis materialista de la «selección natural» es muy lógica en su propio nivel, pero empuja a la lógica un buen trecho, casi tan lejos como el brazo de la coincidencia, probervialmente largo. Se le pide a uno que mire a una rosa, o a la belleza iridiscente de la cola de un pavo real por ejemplo, y crea que una era la forma más atractiva para ciertos insectos, y la otra el patrón particular que más excita los deseos eróticos de la pava, y que todas las otras variaciones murieron. Similarmente, se invoca a la coincidencia para explicar cómo la naturaleza física de este planeta llegó a ser justo aquella en la que la vida podría existir.

Ciertamente, ¿no es acaso la existencia de un Plan detrás de todo ello la explicación más lógica y satisfactoria? (Algunos dirán que la lógica y la satisfacción no son necesariamente criterios de verdad, y desde luego esto es cierto por lo que respecta a la especulación filosófica. Si se lleva la mente suficientemente lejos, uno se enfrenta finalmente con la elección del nihilismo o la fe. Entonces vuelve uno a la lógica y a la satisfacción para justificar a uno u otra de acuerdo con la elección irracional.)

Sin embargo, la creencia en un Plan Divino excepto quizá para un christian scientist (*) no supone un intento de negar las limitaciones que impone el mundo físico. Las Leyes del mundo físico no pueden ser contradichas, y cualquier cosa que va contra ellas sufre acordemente. Las Leyes de la física, la química y la biología anteceden a la venida de la vida, y la vida tiene que adaptarse a ellas. Pero estas leyes no impiden la manifestación de una gran belleza, o cualquier otro propósito de la vida, mas de lo que puedan causarlo. Son a lo sumo condicionantes.

A la vista de esto, es posible concebir que haya formas de vida en otras estrellas y planetas, que se hayan adaptado a florecer en esas condiciones. Uno puede concebir seres con cuerpos de fuego en el Sol, por ejemplo. Esto es ciertamente más probable que la idea de que el nuestro es el único planeta habitable dentro de miles de años luz. Si la vida desea manifestarse, se manifestará, cualquiera que sean las condiciones; y habiéndose adaptado entonces a esas condiciones, proseguirá su propio camino de expresión de acuerdo como un resultado de esas condiciones.

Esto nos devuelve a la declaración de Paracelso de que la naturaleza interna, que causó la forma externa, puede ser deducida a partir de la forma externa. El método que recomienda es el de la Qábalah,  el cual,  aunsiendo un sistema construido sobre las correspondencias simbólicas, no tiene nada que ver con las pseudociencias que crecieron durante la Edad Media, excepto que estas últimas son aplicaciones ignorantes de su doctrina general. Incluso Paracelso, siendo un hombre de su tiempo, fue culpable de esta clase de error. El creyó, por ejemplo, que como las hojas del cardo son picantes, era una excelente hierba para la cura de la picazón interior, y que como outra hierba tenía sus raíces envueltas en una funda que era como una armadura, daría protección contras las armas. Se necesitaría mucha fe hoy en día para confiar en tales curas y prevenciones, pero hay muchos que pagan un buen dinero por libros que proponen decir el carácter o la fortuna a partir de las letras del nombre, el residuo en sus tazas de té, sus tazas de café y demás, supersticiones todas que surgen de la misma fuente.

Lo lastimoso de ello es que tales manifestaciones hacen que mucha gente inteligente de hoy condene como tontería cualquier cosa que huela a ocultismo, así como nuestros abuelos, menos tolerantes, lo condenaban como brujería. Lo moral en ambos casos es no arrojar al bebé con el agua del baño aunque nuestros antecesores lo quemaron en la estaca como buena medida.

Paracelso continúa estableciendo que:

«la Qábalah abre el acceso a lo oculto, a los misterios; nos permite leer epístolas y libros sellados, así como la naturaleza interna del hombre».

Es interesante notar que después de su catálogo de «oculto», «misterios», «epístolas y libros», él vuelve al hombre de nuevo. El hombre es la clave completa para todas estas cosas, porque el famoso lema escrito en oro a la entrada del Oráculo Délfico —GNOTHI SEAUTON (Conócete a tí mismo, o Llega a conocerte a Tí mismo)— es el comienzo, y también el final, de todo desarrollo espiritual.

La palabra «oculto» significa escondido, y se usa a menudo sinónimamente con la palabra «esotérico». Y ambas se usan en conjunción con la que es llamada a menudo «La Enseñanza de los Misterios». Será conveniente ampliar un poco estos conceptos.

En el uso común, la palabra «misterio»  puede significar algo secreto o inexplicable. En su sentido eclesiástico es una verdad religiosa por encima de la razón humana, pero revelada por Dios; y en su sentido arcaico era un oficio o gremio. Al hablar de los Misterios como una escuela de iniciación, se está usando la palabra como una combinación de todos estos significados.

Las enseñanzas de los Misterios, en cuanto que muchos de ellos son verdades religiosas, están más allá de la mente racional. Para los procesos mentales lógicos, com los que tanta gente insiste en operar enteramente, pueden muy bien parecer carentes de sentido. El Misterio de la Santísima Trinidad, por ejemplo, es una verdad religiosa que se halla más allá del alcance de la mente. Muchos la han aceptado por fe, pero para los pocos, los místicos de la Iglesia, puede ser una gran realidad,  una profunda experiencia que posteriormente no puede ser descrita adecuadamente por palabras.  Pero las palabras son los datos sobre los que trabaja la mente racional y los únicos medios de comunicar tales cosas en palabras es por analogía, alegoría y símbolo. E incluso esto transmite poco a los procesos normales de la mente, como puede comprobar por sí mismo cualquiera que intente interpretar el Apocalipsis, por ejemplo.

Es por razones similares que se usan las palabras «oculto» y «esotérico». Se han escrito muchas portentosas tonterías sobre el «secreto oculto», las «Claves de Poder» y similares en los años pasados principalmente para cubrir la ignorancia en el escritor, o bien por un autoengrandecimiento barato. La razón por la cual los Misterios que son realmente el Yoga de Occidente se dicen escondidos y para los pocos es porque no pueden ser explicados a los intrusos. La barrera es puramente de comunicación. Tratar de describir una experiencia mística es como tratar de describir el aroma de una flor; uno no puede hacerlo. Lo mejor que puede uno hacer es contarle al que inquiere como puede obtener la flor en cuestión de modo que pueda olerla por sí mismo. Si él no quiere preocuparse en seguir vuestras instrucciones, o se rehúsa llanamente a creer que la flor existe, no hay nada que se pueda hacer al respecto.

La Qábalah podría por tanto ser descrita como un piano del jardín de las flores de la experiencia mística. Uno puede presentarlo a un inquiridor si se halla interesado, pero depende en último término de él si lo usará o no Esto es, no hay beneficio alguno en tener una comprensión puramente intelectual de sus ramificaciones; tiene que hacerse un uso práctico de él. La aproximación meramente intelectual es como esperar a oler las flores directamente a partir del catálogo de un vendedor de semillas.

La Qábalah, pues, es un sistema de relaciones entre símbolos místicos, que pueden ser usados, como dice Paracelso, para abrir el acceso a las capacidades escondidas de la mente más allá de las fronteras de la razón. Nos permite leer «libros y epístolas sellados» con lo que se quiere dar a entender escritos de una naturaleza mística envueltos necesariamente en lenguaje simbólico porque la Qábalah nos da los medios de penetrar en el significado que se halla detrás del simbolismo.

Podría ser considerado como el proceso místico al revés. Un místico natural tendrá sus visiones por lo que él llamará sin duda «la gracia de Dios», e intentará entonces escribirlas en simbolismo o analogía las metáforas más aproximadas al lenguaje de la mente. La Qábalah, por un estudio del simbolismo ayuda al Qabalista a atravesar la realidad que el místico ha intentado describir.

En breve, aunque sea primariamente un sistema judaico, actúa, por su disposición sistemática, como una clave para el estudio de la religión comparada y no sólo como una búsqueda académica, sino como una teosofía práctica. La razón por la que puede hacerse esto es porque siendo la estructura interna de la psicología humana la misma cualquiera que sea la raza o credo y siendo Dios Uno todos los acercamientos a Dios deben ser similares. La diversidad de los hombres podría considerarse que se esparcen todo alrededor de la circunferencia de una rueda, con Dios en el centro. Entonces aunque los acercamientos a Dios serán desde ángulos diferentes como los radios de una rueda y algunos aparentemente opuestos diametralmente el uno al otro un radio será muy parecido a otro, aunque tal vez esté pintado en colores diferentes, o esculpido en una forma diferente.

Hay dos movimientos en cabeza en el momento presente con relación a la mitología. Uno es explicarla por medio de la psicología profunda, lo que es una exploración en la dirección correcta, pero que, en el último análisis, no profundiza lo bastante.  El otro es explicarla atribuyéndola a la historia de los movimientos de las tribus, con la subsiguiente elevación y caída de varias deidades y formas de adoración. Esto sin duda tiene algo de verdad pero es una aproximación muy superficial.

La mayoría de los mitos guardan una amplia diversidad de significados, natural, artístico, moral, ético, filosófico, metafísico, religioso, teológico, místico y oculto. Pueden aplicarse al hombre o al Universo o a ambos. Lo que parece ser una historia simple, puede conducir a una comprensión de la verdad infinita con aplicaciones en todos los reinos de la conciencia.

Lo mismo se aplica al símbolo compuesto del Arbol de la Vida que es la base de la Qábalah. Y no sólo es un símbolo comprehensivo en sí mismo, sino que permite que otros sistemas de símbolos sean interpretados a su luz. Por lo tanto, en su capacidad para relacionar las diversas mitologías y creencias religiosas, y sistemas simbólicos ocultos tales como astrología, numerología, alquimia y Tarot, está la piedra fundamental de la Tradición Occidental de Misterios.


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