Uno de los rituales más extendidos es el de las hierbas aromáticas y curativas
- Se recogen el 23, pasan la noche a la intemperie y se usan por la mañana. Lo ideal es que lo recojas el día previo al solsticio de verano, porque realmente es así como se hacía.
- ‘Lavar la cara con estas hierbas tiene propiedades estéticas y medicinales’
- ‘Sirven para espantar el mal de ojo y la brujería’
En la tarde de cada 23 de junio la tradición manda salir al monte y recoger toda una suerte de hierbas aromáticas y curativas, introducirlas en un recipiente con el agua de siete fuentes y dejarlas a la intemperie hasta el día siguiente. Las propiedades de la conocida como ‘noche mágica’ de San Juan / Solsticio de Verano harán lo demás. El rocío le otorgará propiedades estéticas, medicinales y mágicas.
Es lo que marca la tradición, uno de los rituales más extendidos en toda europa entorno a la noche de San Juan, pero también una costumbre que sigue manteniéndose en muchas zonas del mundo ya que se retoma como parte de las celebraciones del solsticio de verano. Más allá de valoraciones puramente científicas, el componente psicológico y las creencias populares mantienen viva la convicción en las propiedades de estas hierbas, que son especialmente eficaces justo en la mañana del 24 de junio ó el solsticio, al lavar la cara con el agua ‘mágica’ nada más levantarse.
El recipiente con las hierbas y el agua de San Juan recibe en gallego el nombre de ‘cacho’, aunque sus ingredientes concretos varían en función de cada localidad, en él no pueden faltar plantas como el ‘trementelo’, que nace en las laderas de los montes y de forma natural tiene aceites naturales que desde siempre se han usado para lavar el pelo.
La hierba luisa, la menta, la madreselva, el romero, las hojas de distintos frutales con principios curativos, la manzanilla brava o la falsa árnica son otras hierbas que no pueden faltar en un buen ‘cacho’. Todas ellas coinciden en una característica: su fuerte aroma y su uso en la medicina natural por sus propiedades medicinales.
El componente mágico que les da el rocío de la noche de San Juan es un complemento: el solsticio de verano trae consigo el día más largo del año, y todas las plantas recolectadas dentro de ésta época traen en sí la fuerza más potente del sol; pero un complemento que ha adquirido importancia a lo largo de los milenios y cuya tradición, según Amancio Castro, se remonta incluso a períodos prerromanos. El cristianismo intentó perseguirlo, pero sólo volvió más fuerte la creencia, que finalmente se integró en la cultura popular.
Esta tradición se complementa en muchos lugares con rituales asociados a las hogueras que se propagan por todo el territorio en esta noche y en algunas viviendas se espera como ‘agua de mayo’ para tratar problemas de piel que les afectan todo el año. Para conservarla, en casi todas las ciudades se organiza un mercado especial cada 23 de junio en el que se venden las hierbas recogidas en los más recónditos rincones.