En la mitología griega, Céfiro (en griego Ζέφυρος Zéphyros) era el dios del viento del oeste, hijo de Astreo y de Eos. Céfiro era el más suave de todos y se le conocía como el viento fructificador, mensajero de la primavera. Se creía que vivía en una cueva de Tracia.

Los griegos distinguieron cuatro deidades básicas del elemento Aire, nacidos de Eos (Aurora) y Austro (cielo estrellado). Los anemoi (en griego, vientos) han sido venerados desde la antigüedad, cada uno correspondiendo a una estación del año y a un punto cardinal, se les proporcionó cualidades divinas y apariencia humana.
Céfiro, el dios del viento del oeste, el viento de los enamorados, el mensajero de la primavera, el cálido viento que sopla entre las flores para despertar del frío invierno.

Se creía que vivía en una cueva de Tracia, que era de una naturaleza aventurera y romántica, así como también que tenía varias esposas, entre ellas su hermana Iris, la diosa del arcoíris, pero su verdadero amor fue Cloris, la diosa de las flores.
Se cuenta que antes de conocer a Cloris (diosa de las flores), la cual había sido raptada por Bóreas y llevada al Cáucaso, Céfiro era un viento tempestuoso, pero al quedar enamorado de ella y habiéndosela arrebatado a su hermano, su aliento se hizo gentil y suave para no dañar así las flores de su amada.
Céfiro y Cloris tuvieron una hija juntos llamada Carpo (en griego, fruta), que tenía el poder de hacer crecer y dar vida a las frutas, dándoles sabor color y vida, más tarde los romanos la llamarían Pomona.
En el mito de Cupido y Psique, Céfiro es el que transportaba a Psique al palacio de Cupido, siendo símbolo del viento de los enamorados.
Otro de los mitos relacionados con Céfiro es el de Jacinto, hermoso príncipe espartano del que Apolo y él se enamoraron perdidamente, un día en el que Apolo y Jacinto jugaban al lanzamiento de disco, Céfiro los sorprendió y en un ataque de celos envió un viento tempestuoso que hizo que el disco le pegara en la cabeza a Jacinto haciendo que cayera muerto, de la sangre que brotó Apolo creó la flor del Jacinto.

En la Ilíada, Céfiro junto a la harpía Podarge engendran a los caballos de Aquiles, Balio y Jento.
Se le representa como un hombre joven, con alas de mariposa o hada, sin barba, semidesnudo y descalzo, cubierto en parte por un manto sostenido entre sus manos, del cual lleva y va esparciendo una gran cantidad de flores.
En la mitología romana su equivalente era Favonio (Favonius, ‘favorable’), quien ostentaba el dominio sobre las plantas y flores.
Cefiro en “La primavera” de Botticelli
Céfiro probablemente sea el viento más benevolente, fructífero y suave de los cuatro, el que con su cálido aliento nos invita al amor, a pasearnos entre las flores de la primavera, vivifica los árboles y las frutas con su dulce brisa y favorece la fecundidad de la tierra.